¡Le hablo, o no le hablo, es la cuestión!—¿Que debe optar el alma digna...
Bueno, hasta ahí llego William porque de dignidad no se cuanto es lo que hay en mi.
Pero, si, esa es la cuestión.
Ceder ante la estúpida necesidad de ocupar sus pensamientos aunque sea solo un momento,
que su hemisferio derecho se ocupe en responder mi desesperada/patética pregunta de ¿Como estas?
saciar mis deseos de compartir una conversacion con ella, aunque sea de lo mas vana y trivial y asi poder alucinar, imaginar, volver, recordar todo lo compartido todo lo vivido, revivirlo, volver a revivirlo, casi sentirlo en mi tacto tan estropeado, sentir como recorre todo mi cuerpo hasta llegar a mi corazón entonces,
¡BOOM! ¡PLAFF! ¡SCRASH!.
Onomatopeyas tuve que usar,
cuando me doy cuenta que un pedazo de mi corazón acaba de quebrar.
Es estúpido lo se.
¡Pero es que otra metáfora no hay para semejante atrocidad!
Si ella me responde
-Hola, me estoy llendo a trabajar.
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